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miércoles, 12 de abril de 2023

Utrera.- Iglesia de Sta. Mª de la Mesa

 


La ciudad de Utrera, a solo 31 kms de Sevilla, gozó en el siglo XVI de gran prosperidad como muestran las importantes obras públicas acometidas en esa época, como conventos, hospitales, iglesias o casas-palacio. El reinado de Felipe II marcó el punto álgido en la bonanza de la localidad, y en 1570 ya era la primera población del reino de Sevilla después de la capital. Con un importante patrimonio monumental, su centro histórico ya fue declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Histórico en el año 2002.

Sin duda la iglesia más significativa y monumental de Utrera es la de Santa María de la Mesa, que en su origen es de traza gótica del siglo XV, pero que a partir del XVI es sometida a importantes obras de reforma que afectan principalmente a la cabecera, el crucero y la fachada de los pies. Se trata de una iglesia de grandes dimensiones con cinco naves.

Destaca en ella su espectacular y bellísima torre-fachada (en la imagen), de planta rectangular ubicada a los pies y con varios cuerpos de altura que van disminuyendo en sección según se superponen sobre los inferiores, dando lugar a una composición grácil y equilibrada de gran sentido ascensorial. Esta torre, de difícil parangón en nuestra arquitectura, presenta en su primer cuerpo una magnífica portada renacentista, obra del arquitecto Martín de Gaínza quien, a la muerte de su maestro y antecesor Diego de Riaño fue nombrado maestro Mayor de la Catedral de Sevilla (1535) e intervino en trabajos en tierras del arzobispado, como ésta de Utrera, hacia el año 1550.

La articulación en continuidad entre portada y campanario que caracteriza a este tipo de torres-fachada era una fórmula que ya se había ensayado en distintos templos medievales; la labor de Gaínza aquí fue la de actualizarla mediante un nuevo lenguaje renacentista de gran riqueza compositiva. Para ello, en esta iglesia la portada se organiza enmarcada entre dos potentes balaustres de piedra que se rematan en un amplio frontón rectilíneo, en cuyo centro se dispone un espléndido y profundo arco abocinado de acceso, con sus jambas y trasdós minuciosamente decorados con figurillas enmarcadas en una perfecta cuadrícula renacentista. Ya en el centro del muro, la puerta adintelada se cierra con una sencilla cartela decorada con grutescos que a su vez se rodea de hornacinas con figuras y un hermoso relieve central de la Virgen de los Ángeles.

Esta decoración clásica y menuda, contrasta con el paramento liso del resto de los dos primeros cuerpos de la torre, sólo horadado por dos óculos en la parte superior, obra de Hernán Ruiz II El Joven, del tercer cuarto de siglo XVI, a los que más tarde se añadieron los dos cuerpos restantes, de factura barroca de hacia 1775.

Bien de Interés Cultural desde 1979, en su interior destaca el retablo Mayor, concertado por Martín Moreno en 1662 y acabado años después por Francisco Ballesteros, con relieves de escenas de la Virgen. Y también el coro, a los pies de la nave central, con más de cincuenta asientos en dos alturas, obra de Felipe del Castillo, de 1774, decorado con medallones de santos y articulado por estípites.


Foto: Carlos Ruiz Serrano

Bibliografía:

* El Renacimiento en Andalucía. Jornadas Europeas del patrimonio, 2006. Consejería de la junta de Andalucía.

* Arquitectura del siglo XVI en Sevilla. Alfredo J. Morales. Cuaderno de Arte Español.