Jerez fue sede de Cabildo Colegial desde su reconquista, allá por el año 1264, según privilegio real del rey Alfonso X El Sabio. La primitiva sede de este edificio fue allí mismo, en la antigua mezquita Mayor de la ciudad, convertida en cristiana y dedicada a Nuestro Señor San Salvador.
La mezquita se ubicaba en la bajada desde el Alcázar hasta el Arroyo de Curtidores, una de las zonas más antiguas de la ciudad. Era iglesia de tres naves con porche y torre, cubierta por armadura de madera y tejado, con arcos interiores dentados, típicos del mudéjar, no estando claro si en el siglo XIV se había derribado ya la vieja mezquita y en su solar se había levantado una iglesia mudéjar, o si lo que había era la propia mezquita muy transformada.
Lo cierto es que el viejo edificio se iba deteriorando y en 1679 se hundió la techumbre de la nave del Sagrario, obteniéndose orden de Carlos II de cesión de 24.000 ducados para la obra de un templo nuevo. Se presentaron un toral de cinco propuestas para las trazas de la nueva iglesia Colegial, de las que el Cabildo no aprobó ninguna, encargándose directamente su diseño al arquitecto local Diego Moreno Meléndez.
Las obras no tuvieron continuidad en el tiempo, siendo interrumpidas en varias ocasiones. Así, en 1700 moría Carlos II, lo que trajo consigo la Guerra de Sucesión española y la primera interrupción, hasta que el cardenal Manuel Arias y Porras, arzobispo de Sevilla se erigió en mecenas, haciéndose cargo de las mismas con su capital. Las continuó el sevillano Diego Antonio Díaz, arquitecto del Cabildo hispalense, que al no poder atenderlas delega en su hermano Ignacio Díaz, quien permanece en ellas hasta 1749. De ambos es la bella fachada principal barroca de fuertes líneas enmarcadas entre dos potentes cubos, y las dos portadas laterales, todo ello terminado en 1721.
Impulso fundamental para su acabado se dio a partir de 1755, cuando estuvo al frente el arquitecto Torcuato Cayón, quien con su aparejador Miguel de Olivares pudo concluir el edifico en sus aspectos fundamentales diez años después. A Cayón se debe el acabado de su cúpula de gusto barroco y rodeada de estatuas y los reductos externos que ciñen la iglesia en sus fachadas y dirigen su acceso desde la plaza del Arroyo, donde el Cabildo años antes compró las casas frontales para derribarlas y darle mayor vistosidad al templo.
Resulta interesante advertir que tanto la nave principal como las laterales usan arbotantes para su sostenimiento, claramente perceptibles desde el exterior; otro aspecto retardatario en esta iglesia y de esta época es el uso de las bóvedas de crucería, visibles en las naves laterales.
Bien de Interés Cultural desde el año 1931, completa el edificio una esbelta torre separada del templo, cuyo airoso perfil con fuste del siglo XV y cuerpo de campanas renacentista se corona con un casquete semiesférico. Del interior destaca la gran portada barroca de piedra y mármol rojo de la Sacristía, el Cristo de la Viga, del siglo XV, el cuadro “La Virgen Niña” de Zurbarán y la Custodia procesional de plata, neobarroca de 1951.
Foto: Carlos Ruiz Serrano.-
Bibliografía:
*Historia de la Arquitectura Española. Tomo 4: Arquitectura Renacentista. Editorial Planeta, año 1986. * Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía. Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico