Baza fue lugar importante en la antigüedad, según los restos hallados en sus proximidades, como la Dama de Baza, en tiempos de los íberos; luego Roma convertiría la ciudad en un gran centro comercial, y con la llegada de los musulmanes, en el 713, se construiría el recinto amurallado para proteger la medina. Los Reyes Católicos la reconquistaron en 1489, entrando en decadencia tras la expulsión de los moriscos. En el siglo XVI Baza volvería a prosperar, como se ve en su desarrollo urbano, conservando su trama medieval.
De su importante pasado destaca sin duda la excolegiata de Nuestra Señora Santa María de la Encarnación, construida sobre los restos de la antigua mezquita aljama musulmana, que inicialmente se abrió al culto cristiano tras su sacralización, manteniendo su estructura como mezquita.
La nueva iglesia cristiana se inició allí mismo en el año 1529, en estilo gótico, pero el gran terremoto que asoló la ciudad en 1531 la derribó en su mayor parte, quedando en pie poco más que su cabecera conformada por capillas absidiales con arcos apuntados y pilastras góticas. De inmediato el Cabildo bastetano encargó su reconstrucción, ahora con traza renacentista, a Alonso de Covarrubias, que trabajó junto al maestro cantero Rodrigo de Gibaja y la supervisión de Diego de Siloé, a quien se atribuye una de sus portadas más interesantes, acabándose la obra en el año 1549.
La iglesia, con rango de Colegiata, y de Concatedral de la Diócesis Guadix-Baza, se ajusta al tipo “de salón”, tan difundido por las dos Castillas, algo lógico dada la dependencia de la villa a la Archidiócesis de Toledo. Consta de tres naves cubiertas por bóvedas de crucería estrellada y separadas por gruesos machones, con capillas-hornacinas en el lado derecho. La cabecera es poligonal, con girola, donde se abren capillas, y a la altura del presbiterio, a ambos lados, se ubican amplias capillas casi cuadradas que parecen indicar un planteamiento inicial de cruz latina interior.
Del exterior destaca su torre, ubicada a los pies, creada en cinco cuerpos o tramos, de los que los tres últimos corresponden a una restauración realizada en la segunda mitad del siglo XVIII tras otro terremoto. Sus muros son de ladrillo, frente a los de la fábrica general de la iglesia que son de piedra de sillería. El tañido de las campanas de su torre, el 6 de septiembre a las 6 de la tarde, da la bienvenida a las célebres fiestas del Cascamorras.
Bien de Interés Cultural desde el año 1931, en alzado interior destacan sus tres naves a igual altura, como corresponde a una iglesia “de salón, con la capilla Mayor abrazada por la girola y articulada en alzado por pilares cilíndricos de corte renacentista, con huecos de medio punto de comunicación en bajo y otros igual y menor altura por encima a modo de balcones. En el resto de capillas abundan las bóvedas de crucería simple, pese a que los huecos son, en su mayoría, renacentistas.
Foto: Rimantas Lazdynas(Wiimedia Commons)
Bibliografía principal:
* Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía. Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico