Uno de los símbolos más reconocibles de Chiclana de la Frontera es su ermita de Santa Ana, situada en un lugar que desde siempre gozó de un indudable interés paisajístico y estratégico, con un alto valor devocional desde el siglo XVI y también monumental a partir del siglo XVIII.
Porque la ermita que hoy vemos no es la primera Ermita de Santa Ana de Chiclana sino la segunda, pues sobre el año 1551 se levantó en este cerro, el más alto de la población y entonces conocido como “Cerro de las Peñas”, una anterior ermita de Santa Ana a instancias de doña Ana de Aragón, duquesa de Medina-Sidonia, cuya devoción por esta santa propagó por las poblaciones de su ducado.
La ermita actual fue diseñada por el arquitecto gaditano Torcuato Cayón de la Vega y su construcción se llevó a cabo entre los años 1772 y 1774, para lo cual previamente tuvo que ser demolido un molino de viento que allí había y también hubo que obtenerse permiso de las autoridades militares, pues el lugar era fundamental para observaciones estratégicas, como ya ha quedado claro a lo largo de la historia de la comarca.
Su construcción se debe a la iniciativa de los hermanos Francisco y José Manjón y Díaz de Posada, importantes mecenas procedentes de la localidad asturiana de Barro, personas de la alta burguesía gaditana y comerciantes muy vinculados al comercio con las Indias.
La ermita se concibe como un espacio de planta centrada a la cual se superpone por el exterior un pórtico poligonal de ocho lados iguales donde se abren tres huecos de medio punto sobre pilares en cada frente, el central siempre mayor que los laterales.
La capilla arranca de una amplia grada en su frente principal abierto a la ciudad de Chiclana y la Bahía de Cádiz, y se cubre mediante una bóveda semiesférica alzada sobre un pequeño tambor donde abren cuatro huecos circulares para su iluminación interior.
La cúpula exterior presenta un vistoso remate final que aumenta la elegancia de esta singular edificación cuya imagen recuerda antiguos modelos bizantinos e hispanorromanos y cuya silueta puede divisarse desde lejos a muchos kilómetros a la redonda fuera de la ciudad.
Su interior, recogido y de profundo sabor neoclásico, queda presidido por un pequeño altar situado a eje con la entrada donde se aloja en una hornacina el grupo escultórico de Santa Ana con la Virgen Niña, de gran devoción popular, obra de 1772 del reconocido imaginero genovés afincado en Cádiz, Domenico Giscardi; realizado en madera policromada y estofada, las representa ataviadas a la vieja usanza y tocadas con velos de encajes donados por la Hermandad de Nuestra Señora de los Remedios de esta ciudad.
Aquí Santa Ana recibe culto todos los martes del año, cuando se abre la ermita a fieles y devotos de Chiclana y otras localidades cercanas, que acuden en horario continuado a visitar a la Santa, cuya romería anual se celebra cada 26 de julio.
Por su excelente posición sobre la Bahía de Cádiz y el Parque Natural de la Bahía y su entorno, hoy la explanada-mirador de la ermita acoge uno de los 7 Puntos Mágicos de la ciudad, la ruta creada en 2003 con motivo del Séptimo Centenario de la supuesta creación de Chiclana.
Además, este mismo lugar forma también parte de otra importante ruta cultural e histórica para la ciudad: la llamada Ruta Napoleónica -”Les ombres de l´histoire”, creada en el año 2020.
Foto: Carlos Ruiz Serrano
Bibliografía:
. ¿Sabías que la devoción a Santa Ana en Chiclana se remonta al siglo XVI?.- Diario de Cádiz. Cadizfornia, en: https://www.diariodecadiz.es/cadizfornia/sabias-devocion-santa-ana-chiclana_0_2004443885.html
. El Cerro de Santa Ana, Historia y Culto.- Jesús Romero Montalbán, año 2014.
. Cerro y Ermita de Santa Ana.- Revista El 7º de Chiclana, num. 16, Julio-agosto 2004.
. Monumentos de la provincia de Cádiz, pueblo a pueblo.- Patrocinado por Diario de Cádiz y Diario de Jerez y Europa Sur, año 1984.
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