Hernán Ruiz Jiménez (n. Córdoba, 1514? - Sevilla, 21 de abril de 1569), arquitecto del renacentista – manierista, también conocido como Hernán Ruiz II ó Hernán Ruiz El Joven -o El Mozo-, para distinguirlo de su padre, el también arquitecto Hernán Ruiz El Viejo, o de su hijo Hernán Ruiz III.
Su nombre puede no ser conocido por el gran público, pero algunas de sus grandes obras son admiradas por gente del todo el mundo.
Trabajó para algunos clientes de alta distinción, y ejerció importantes cargos para grandes entidades civiles y religiosas, llegando a ser Maestro Mayor en las catedrales de Córdoba (1547) y Sevilla (1557-1569, en el Obispado de Córdoba y en el arzobispado de Sevilla (1562-1569), en el Cabildo Civil (Ayuntamiento de Sevilla, 1560-1569) y en el Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla (1558-1569) actual sede del Parlamento de Andalucía.
Es quizás el arquitecto más relevante de todos los nacidos en Andalucía, con una obra de máxima calidad, como la de cualquier buen arquitecto del Renacimiento italiano. Realizó obras civiles y religiosas, públicas y privadas, obras de planificación urbana, mobiliario y arquitectura efímera, ingenios, escritos y dibujos, y ejerció la docencia en las actuales provincias de Córdoba y Sevilla y en otras próximas como la gaditana, la jienense o la malagueña, desde julio de 1530 como alarife en Córdoba hasta su muerte.
Algunas de sus obras emblemáticas como arquitecto las dejó en la ciudad de Sevilla, donde trabajó durante once años para la nobleza y el clero, saliendo en general airoso de todos sus encargos y aportando soluciones novedosas en cada caso. Entre ellas destacan:
La Sala Capitular de la Catedral de Sevilla, elíptica, ampliamente iluminada, articulada con órdenes gigantes y cubierta con una magistral bóveda ovalada con linterna;
la Iglesia del Hospital de las Cinco Llagas, hoy sede del Parlamento Andaluz, tratada interiormente con una monumentalidad antes no conocida, y en especial,
el Campanario de La Giralda (1568), recrecido sobre el viejo alminar almohade con cuatro cuerpos decrecientes de formas renacentistas y coronado con la famosa escultura en bronce que representa el triunfo de la Fe (el Giraldillo), que le sirve de veleta y da nombre a toda la torre, una excepcional obra que combina piedra, ladrillo y azulejería, hoy símbolo de toda la ciudad, adaptada al cuerpo de la torre islámica como si fuera su prolongación natural.
Bibliografía:
*Historia de la Arquitectura Española. Tomo 2. Editorial Planeta, año 1985.