Desde la reconquista definitiva de Almería por los Reyes Católicos en 1489, se dedicó al culto cristiano su mezquita Mayor de La Almedina, situada al pie de la Alcazaba. Después, por bula concedida por Inocencio VIII, se erigió canónicamente en Catedral bajo la advocación de Nuestra Señora de la Encarnación, y así siguió hasta 1522, cuando un violento terremoto destruyó casi por completo su fábrica.
En 1524, el obispo de la ciudad fray Diego Fernández de Villalán inició las obras para la construcción de un nuevo templo, que quedó acabado después de su muerte, excepto su torre concluida en el siglo XVII, en tiempos del obispo Juan de Portocarrero. Por entonces Almería sufría continuas incursiones berberiscas, por lo que se necesitaba una catedral fuerte, como un bastión inexpugnable; y con esa finalidad se construyó su nueva iglesia, semejante a una fortaleza, entre 1524 y 1543, cuyas trazas se atribuyen a Diego de Siloé, y que cuenta con elementos góticos y renacentistas.
Emplazado frente al mar, el templo tiene tres naves de igual altura para poder disponer en sus cubiertas de grandes azoteas defensivas contra posibles ataques enemigos. Interiormente presenta pilares de gran esbeltez, con capiteles que soportan bóvedas de complicadas crucerías propias del acusado goticismo tardío de tiempos de los Reyes Católicos, con ábside de planta poligonal y naves interiores de estilo gótico con capillas laterales que guardan retablos de gran belleza.
Pero también en esta catedral se crearon importantes obras renacentistas, como el claustro, antiguo Patio de Armas de la fortaleza, donde intervino el arquitecto Juan de Orea. De hecho, quizás lo más importante sea la Sacristía, obra también de Orea, cuyo esquema arquitectónico se inspira en la de la catedral de Sigüenza, con decoración fastuosa y columnas decoradas con bastones, muy del gusto renacentista. Destaca en esta catedral su altar Mayor, decorado con pinturas y esculturas de gran calidad, los púlpitos del siglo XVIII; la sillería de 1560, el bello trascoro de mármol creado por el arquitecto Ventura Rodríguez y la capilla radial con el sepulcro del obispo Villalán.
Decoran sus desangelados muros de fachada, de severo aspecto militar, dos bellas portadas renacentistas, obra de Juan de Orea. La del Norte, principal y mejor compuesta, se alza entre vigorosos contrafuertes, con tres cuerpos, y muestra el escudo de Fernández de Villalán sostenido entre ángeles. La otra, llamada de Los Perdones, es de 1569, análoga a la anterior, con el escudo de Carlos V.
Bien de Interés Cultural desde 1931, la catedral fue dotada de un destacado conjunto de órganos, tomando una especial relevancia en el siglo XVIII a partir del mecenazgo del obispo Claudio Sanz y Torres, quien sufragó el creado por Leonardo Fernández Dávila, principal organero español de la época.
Bibliografía:
* Historia de la Arquitectura Española. Tomo 3: Arquitectura Renacentista. Editorial Planeta, año 1986.
* Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía. Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico