La iglesia de San Pedro Apóstol, de la localidad sevillana de Peñaflor, perteneciente a la comarca de la Vega del Guadalquivir, constituye un importante ejemplar de la arquitectura barroca de transición al neoclasicismo en la zona.
Se construye en la segunda mitad del siglo XVIII, época de esplendor de la villa, cuando también se levantan sus otros edificios emblemáticos: el convento de San Luis del Monte y las Casas Consistoriales.
La iglesia se levanta en el mismo lugar donde anteriormente se hallaba la antigua parroquia mudéjar de la localidad que resultó dañada por el Terremoto de Lisboa del año 1755. Su proyecto inicial se atribuye al arquitecto barroco sevillano Antonio de Figueroa y al maestro de obras ecijano Antonio Caballero, quedando acabada por José Echamorro, importante arquitecto neoclásico de la diócesis hispalense.
Ubicada en el centro urbano de Peñaflor, constituye su núcleo vertebrador, donde confluyen algunas de las calles más importantes de la localidad. Emplazada en la plaza principal, se muestra exenta como un singular volumen único del que sobresalen del resto del caserío que le rodea sus altos muros perimetrales, sus cubiertas abuhardilladas, la cúpula sobre el crucero y su elevada y esbelta torre. Así, a sus indudables valores arquitectónicos, artísticos e históricos, hay que sumarle a esta iglesia su considerable importancia como elemento configurador de la trama urbana de la población.
La iglesia es de planta rectangular y cabecera plana; cuenta con tres naves divididas en tres tramos y crucero, con un coro ubicado en el último tramo de la nave central. Las naves quedan separadas entre sí por arcos de medio punto que se apoyan sobre pilares a las que se adosan pilastras toscanas, y se cubren con bóvedas vaídas, al igual que la capilla Mayor y los brazos del crucero. Otras capillas, como las existentes al lado del presbiterio se apoyan sobre bóvedas semiesféricas sobre pechinas, mientras que la bautismal lo hace con bóveda elíptica y el crucero con una cúpula semicircular sobre tambor octogonal con ventanas y remate con linterna.
Especial relevancia tiene su torre, muy esbelta y de gran belleza y realizada en ladrillo, que se alza a los pies de la nave de la Epístola, con planta rectangular y cuatro cuerpos. Al primer cuerpo, de mayor altura y con escasos huecos le sigue un segundo cuerpo para campanas, de planta cuadrada achaflanada, con un hueco de medio punto y balcones circulares en cada frente, enmarcado entre pilastras y columnas jónicas. El tercero es de planta octogonal con ocho huecos de medio punto entre columnas corintias con pedestales¸ y sobre su cornisa se alza el cuarto cuerpo, de planta circular, a modo de linterna y también con ocho huecos. Esbelta y de gran calidad barroca, presenta abundante decoración de azulejos vidriados en color azul sobre muchos de sus elementos.
Bien de Interés Cultural desde el año 2001, esta iglesia de San Pedro, una de las más interesantes de la comarca, también destaca por su portada a la plaza, una notable pieza barroca de hueco adintelado que se enmarca entre columnas corintias sobre pedestales con un entablamento "muy movido", con distintos niveles; coronado por un frontón curvo partido y con remates mixtilíneos, en su tímpano muestra el escudo parroquial.
Foto CarlosVdeHabsburgo (Wikimedia Commons).
Bibliografía:
* Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía. Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico