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martes, 21 de marzo de 2023

Écija.- Palacio de Peñaflor.

 


Igual que en otras poblaciones de Sevilla como Osuna o Estepa, en el siglo XVIII la ciudad de Écija tuvo un importante auge social y económico, debido en parte a una eficaz política agraria y a una amplia nobleza rural de tipo terrateniente. Aquí, además de un gran desarrollo de la arquitectura religiosa, que llegó a alcanzar cotas de cantidad y calidad difícilmente igualables, hubo también una intensa actividad constructiva de tipo civil que dio lugar a un conjunto de palacios de la aristocracia que gustaba de pregonar en sus suntuosas fachadas su pujanza económica y la grandeza de sus blasones.

Entre estas construcciones está el palacio de los Marqueses de Peñaflor, construido en torno al año 1726, de planta marcadamente alargada cuya fachada hubo de ajustarse al trazado curvo de la calle en que se encuentra, por lo que adopta una curva cóncava.

Se levanta esta fachada en dos alturas, abriéndose huecos en ambos: los de la planta superior unidos por una balconada continua, a todo lo largo (en la imagen), que por su longitud y singularidad no tiene equivalente en la arquitectura barroca española; los del piso inferior son ventanas más convencionales y de tamaño más pequeño, acabadas en arco. Muy interesante es el efecto de las pinturas murales que muestra esta fachada, de marcado acento barroco y con figuraciones arquitectónicas de gran plasticidad que se han conservado hasta nuestros días gracias a la protección del pronunciado alero en forma de visera con que se remata el cuerpo superior.

A un lado se abre la aparatosa portada barroca, también de dos cuerpos de altura, muy cuidada en su diseño arquitectónico: en el primer cuerpo la puerta se enmarca entre sobrias columnas dóricas que soportan un friso mixtilíneo de cuyos lados surge un frontón curvo; y en el segundo, columnas salomónicas se rematan con un frontón mixtilíneo de movido trazado ascensorial. Junto a la portada se alza una torre-mirador de base cuadrada cuyo acertado cuerpo superior se abre en doble arquería en cada uno de sus frentes.

El interior del palacio se organiza en torno a un patio de dos plantas con arcos superpuestos en cuyo claustro muestra un original friso que cubre la parte baja, a base de mármol negro de Córdoba, mármol rosado de Cabra y ágata de Lanjarón, con una original decoración barroca. Desde el patio, arranca la escalera hacia el interior del palacio, en uno de cuyos salones del piso superior existe un artesonado renacentista con valiosa talla del siglo XVI.

Bien de Interés Cultural desde 1962, el palacio hoy es de propiedad municipal; ha sido restaurado a partir de 2015, y reinaugurado y abierto al público desde el año 2019.

Foto: Jocelyn Erskine-Kellie (Wikimedia Commons)

Bibliografía:

*Historia de la Arquitectura Española. Tomo 4: Arquitectura barroca de los siglos XVII y XVIII, arquitectura de los Borbones y neoclásica.. Editorial Planeta, año 1985.