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jueves, 23 de marzo de 2023

Jerez de la Frontera.- La Cartuja

 


La Cartuja de Nuestra Señora de la Defensión, de Jerez de la Frontera, está considerada por muchos autores como el mejor conjunto arquitectónico y artístico de la provincia de Cádiz. Su impulso se debe a don Álvaro Oberto de Valeto, caballero jerezano de ascendencia genovesa instalado en la ciudad como defensor de la plaza recién conquistada a los musulmanes por Alfonso X el Sabio en 1264, quien, al no tener descendencia, destinó sus bienes al establecimiento en la ciudad de la Orden Cartujana. En 1475 se decide su ubicación en un lugar cerca del río Guadalete, de especial significado en la zona por librarse allí en 1368 una batalla contra los invasores ganada por la intercesión de la Virgen, a la que se había dedicado una ermita con el nombre de Nuestra Señora de la Defensión, luego adoptado también para este monasterio.

La construcción de esta Cartuja es un buen ejemplo de sucesión de estilos arquitectónicos. Así, la estructura de la iglesia responde al gótico tardío; realizada entre 1478 y 1534, su distribución interna responde a las necesidades de culto de la Orden, mostrando una sola nave de seis tramos de bóvedas de crucería con dos grandes divisiones interiores para independizar el recinto de fieles varones, el coro de Legos y el coro de Padres.

A la entrada del recinto se levantó un monumental porche tetrástilo con un hueco central que alberga en un hueco menor dos pesadas hojas de madera tachonadas en bronce. La obra, fechada en 1571 por el arquitecto jerezano Andrés de Ribera, responde a los más puros cánones del clasicismo andaluz: pensado como un gran arco triunfal, está sobriamente compuesto y decorado con escudos, florones, ventanas caladas y semiesferas cerámicas vidriadas, en un soberbio ejemplo de arquitectura renacentista.

A principios del siglo XVII casi había acabado el proyecto original, emprendiéndose nuevas obras como la fachada de la iglesia, renovada en claro estilo barroco en 1667 según trazas del hermano Pedro del Piñar, quien también coronó con cresterías la iglesia y el refectorio, siendo las esculturas de sus nichos obra de Francisco de Gálvez. Como un retablo de piedra, la fachada se concibe en dos órdenes superpuestos de columnas corintias y entablamentos curvos partidos, apoyando el conjunto sobre basamento decorado con escudos y temas florales. La menuda decoración de pilastras y frisos, la suma de jarrones y el airoso remate de un tercer cuerpo superior más pequeño, hacen de esta fachada un notable ejemplo del mejor barroco andaluz.

De su interior destaca la sillería del coro de Padres, bella obra de talla de madera acabada en 1550, la sustitución del antiguo retablo de estilo flamenco por el actual creado por Alejandro Saavedra, José de Arce y Francisco de Zurbarán, y el conjunto de tablas pintadas por éste para las paredes del Sagrario.

En el año 1810, con la ocupación francesa, se inicia la destrucción del conjunto creado durante siglos; la proximidad del ejército francés obligó a los monjes a dejar el monasterio y refugiarse en Cádiz, hallándolo desolado y saqueado incluso en las edificaciones, destinadas al alojamiento de tropas a su regreso en 1812.

Bien de Interés Cultural desde la temprana fecha de 1856, cuando por entonces no serían ni una docena los edificios con esa categoría en todo el país, hoy se encuentra restaurado, siendo visitable en parte.

Foto: Carlos Ruiz Serrano.

Bibliografía:

* La Cartuja de Jerez. Enciclopedia Gráfica Gaditana. Caja de Ahorros de Cádiz, año 1984. *Guía digital del Patrimonio Cultural de Andalucía. Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico.