En el año 1523 el obispo Fray Fernando de Rojas colocó la primera piedra de esta iglesia catedral, trazada por Enrique Egas con planta similar a la de Toledo, por lo que quedó nombrado pronto “Maestro Mayor del edificio desta santa iglesia de Granada”.
Por entonces, y desde 1525, Diego de Siloé dirigía las obras del granadino Monasterio de San Jerónimo, y el Cabildo le encomendó unos diseños para la catedral, acomodados a la distribución de cimientos y la obra ya levantada. Es posible que el Cabildo quisiera más dedicación a las obras que la asistencia prestada por Egas, aunque es más probable que ante todo sintiera el deseo de cambiar su imagen goticista por otra de gusto renacentista.
Lo cierto es que, con los diseños de Siloé, los entalladores crearon un modelo en madera, y tras algunas vacilaciones por los daños que pudiera ocasionar a la Capilla Real, el emperador Carlos I aprobó en 1529 el diseño “a lo romano” de Siloé. Parece natural que así fuera, pues entraba de lleno en los gustos del monarca, a quien entonces comenzaba a levantar Pedro Machuca su palacio clasicista en el propio recinto de la Alhambra, conocido hoy como "Palacio de Carlos V".
A la muerte de Siloé en 1563, y ya habilitado el templo por haberse cerrado su cabecera y cubiertas sus bóvedas, le sucede Juan de Maeda, su discípulo y aparejador, que junto con un brillante grupo de entalladores trabajaron en su decoración interior. Tras una serie de incidencias, en el año 1704 se acaba finalmente la construcción, según el modelo de Siloé, a quien se debe la extraordinaria visión arquitectónica que produce ver desde la nave central la impresionante, redonda y esbelta Capilla Mayor de veintidós metros de diámetro.
Exteriormente, la pieza más espléndida la constituye el primer cuerpo de la Portada del Perdón, donde Siloé derrochó sus dotes arquitectónicas y maestría escultórica. Compuesta a modo de gran arco triunfal romano, y con la puerta centrada en un orden pareado de columnas con hornacinas superpuestas, presenta arcos adornados con opulentos escudos y motivos que incluye las figuras de la Fe y la Justicia, tendidas y manteniendo una cartela renacentista.
Bien de Interés Cultural desde el año 1929, al gran artista local Alonso Cano se debe el trazado arquitectónico y la composición final de su fachada principal (en la imagen), a los pies del templo; una obra de hacia 1667 cuya traza fue aprobada poco antes de su muerte. Dicha fachada partía del proyecto de Siloé, a la que Cano dotó de la personal decoración no clasicista que hoy podemos contemplar, llena de rasgos originales como son las altas pilastras superpuestas y cajeadas, sin capiteles, los óculos circulares sobre los huecos, y la novedosa valoración barroca y claroscurista que le confirió al conjunto de esta excepcional fachada.
Foto: Carlos Ruiz Serrano.
Bibliografía:
*Historia de la Arquitectura Española. Tomo 3: Arquitectura Renacentista. Editorial Planeta, año 1986.
* Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía. Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico