Palma del Río, situada al Oeste de la provincia de Córdoba, casi en la frontera con la de Sevilla, gozó durante el siglo XVI y parte del XVII de gran prosperidad económica, en parte como consecuencia de la transformación de su señorío en Condado (año 1507), siendo Luis Fernández Portocarrero Bocanegra el primer conde de Palma del Río que fijó su residencia en el Palacio de Portocarrero de esta localidad.
Y ya en el siglo siguiente, aunque con un cierto retroceso en la actividad económica local, se construyó en la villa el que sería su monumento religioso más emblemático, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
La iglesia actual se edifica sobre el solar que antes ocupó un antiguo templo medieval, que llegaría hasta el siglo XVII en estado de completa ruina. De aquella iglesia apenas quedan noticias, aunque se sabe que estaba emplazada dentro del recinto amurallado, casi adosada a su muro occidental, de modo que, cuando en el siglo XVIII se comenzó a levantar el templo actual, hubo de romperse la muralla por aquel sitio para dar cabida a la actual capilla Mayor y a la Sacristía.
El promotor de la obra fue el primer rector de la parroquia, D. Acislo Ximénez de la Barrera, quien no pudo ver la nueva obra acabada. En efecto, la cronología de las obras puede seguirse a través de varias inscripciones dejadas por los arquitectos en la propia iglesia: la fachada principal se acabó en 1725; la Sacristía y su escalera anexa en 1746; la puerta del baptisterio en 1770 y la Sacristía alta en 1790, por lo que casi transcurrió todo el siglo XVIII en el transcurso de las obras.
El proyecto de toda la iglesia se debió a Francisco Hurtado Izquierdo, maestro Mayor del obispado de Córdoba, que tras su traslado a Granada, fue sustituido en la dirección de las obras por los hermanos Juan y Luis Aguilar Arriaza, al segundo de los cuales se debe la traza de su torre.
La iglesia tiene planta de cruz latina con tres naves, crucero y cúpula semiesférica sobre pechinas decorada con motivos churriguerescos. La nave central se cubre con bóveda de cañón apoyada sobre pilares con arcos intermedios sobre los que se alzan tribunas altas que desembocan en el coro alto a los pies de la iglesia. Los muros laterales presentan contrafuertes acabados en curva, entre los que se acoplan capillas.
Bien de Interés Cultural desde 1980, de esta iglesia destaca su magnífica torre-fachada levantada a los pies, muy esbelta, obra de Luis Aguilar Arriaza acabada en 1737. De base cuadrada y muy estrecha en proporción a su altura, consta de tres cuerpos, todos realizados en ladrillo. El primero, muy alto, casi liso y con solo dos huecos superpuestos, acaba en cornisa de donde parten los dos cuerpos superiores de abigarrada decoración barroca, formando un bello campanario de dos pisos. Delante de la torre, en su base, se crea una preciosa portada de un cuerpo de altura y tres calles: el central, para el hueco de acceso y acabado en medio punto, aparece flanqueado entre columnas salomónicas y dan paso a las calles laterales que, limitadas por pilastras cajeadas, presentan ventanas en una composición simétrica de cuidada composición, quedando todo el conjunto coronado por volutas y pináculos, todo muy del gusto barroco.
Foto: Antonio José Sánchez (Wikimedia Commons)
Bibliografía: * Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía. Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico